De las lunas, la de octubre es más hermosa
Canción “Luna de Octubre”
El epígrafe con el que empieza mi texto corresponde a una canción de amor que cantaba Pedro Infante: “De las lunas, la de octubre es más hermosa porque en ella se refleja la quietud de dos almas que han querido ser dichosas…” Si la luna de octubre es la más hermosa del año o no es una cuestión muy subjetiva. Si lo vemos desde la ciencia, el tamaño y esplendor del satélite dependen de la posición de la tierra y del lugar donde se le mire; si lo vemos desde la subjetividad del ser humano depende del estado de ánimo, de la hora y de qué tanto el que la observa esté enamorado, descorazonado o despechado. Por eso, en este texto te propongo dar un paseo con la luna desde la poesía y desde la música. ¡Empecemos el viaje!
Desde siempre, la luna ha sido un satélite que ha llamado la atención de los seres humanos por la influencia que ha ejercido en ellos, sobre todo, por el contacto con la naturaleza. Sabemos que la luna modera la marea del mar, pero aquí lo que me interesa resaltar es su influencia en la subjetividad humana. ¿Qué tanto influye en nuestros sentimientos, en nuestras emociones? La luna ha sido la confidente de los enamorados, la testigo silenciosa de aquéllos que están felices por tener un amor correspondido, pero también de aquéllos que viven la tristeza de un desengaño y el enojo de haber sido abandonados.
La poesía y la música, a través de los poetas y los compositores, recogen perfectamente estas emociones y nos las regresan en un lenguaje dulce, poético y amoroso. El primero que se me viene a la mente es el poeta español Federico García Lorca con un fragmento del “Romance de la Luna, Luna”:
La poesía y la música, a través de los poetas y los compositores, recogen perfectamente estas emociones y nos las regresan en un lenguaje dulce, poético y amoroso. El primero que se me viene a la mente es el poeta español Federico García Lorca con un fragmento del “Romance de la Luna, Luna”:
La luna vino a la fragua
con polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
Uno de sus temas preferidos era la luna, le dedica varios poemas en donde la describe, la enseñorea, pero, ante todo, le habla poéticamente como en “Capricho”:
En la red de la luna,
araña del cielo,
se enredan las estrellas
reveladoras.
En México, también tenemos ejemplos maravillosos: José Juan Tablada es el primero con su haikú titulado “La luna”:
Es mar la noche negra,
la nube es una concha,
la luna es una perla.
Jaime Sabines, poeta chiapaneco, también le canta a la luna y lo hace de la siguiente manera en un fragmento de su poema “La Luna”:
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Otro bello ejemplo es el poema “La luna durmió conmigo” del poeta puertorriqueño Luis Llorens, aquí un fragmento:
Esta noche la luna saltó por la ventana.
Y, novia que quita su ropa de azahares,
toda ella desnuda, se ha metido en mi cama.
Viene de lejos, viene de detrás de las nubes,
oreada de sol y plateada de agua.
Viene que huele a besos: quizá, esta misma noche,
la enamoró el lucero galán de la mañana.
Estos ejemplos nos muestran la influencia que la luna ha tenido en la poesía, en donde se le trata como a la confidente, la testigo, pero también se le ha personificado como la mujer que enamora y se enamora, ejemplo que vimos en el poema anterior.
La música, que también tiene mucho de poesía, nos da también bellos ejemplos, como en la canción “Luz de Luna”:
Yo quiero luz de luna para mi noche triste,
para cantar divina la ilusión que me trajiste.
Para sentirte mía, mía tú como ninguna,
pues desde que te fuiste no he tenido luz de luna.
De pronto, aunque hay muchas canciones que no están dedicadas expresamente a la luna, no falta el verso en donde se le menciona porque ella ilumina el camino, atestigua la confidencia o es el consuelo de alguien:
Que me salgo en las noches
a llorar mi locura
y a cantarle a la luna
lo que sufro por ti.
(Canción “El loco”).
Qué rumbo tomaste mi vida,
qué puerta a tu paso se abrió.
Qué luna te espera angustiada,
oyendo tu nombre, oyendo mi voz.
(Canción “Las rejas no matan”).
Sin embargo, una de las canciones más famosas de los últimos años en la que la luna es la protagonista de una hermosa leyenda española es “Hijo de la luna”, del grupo Mecano y en ésta, la luna es una deidad a quien una gitana le pide que le conceda un marido y un hijo, sin embargo, el gozo que tiene es breve y el precio que paga es muy alto:
Luna, quieres ser madre
y no encuentras querer que te haga mujer.
Dime, Luna de plata,
¿qué pretendes hacer con un niño de piel?
Para cerrar con broche de oro, hay una canción en donde la luna es la confidente y se vuelve la cómplice del enamorado que extraña a su amada, pues, están alejados. Compuesta por Juan Gabriel, lleva por título “Luna”:
Luna, tú que la ves,
dile cuánto la extraño.
Luna, tú que la ves,
dile cuánto le amo.
Esta noche sé que ella está
contemplándote igual que yo,
a través de ti quiero darle un beso.
El paseo llega a su fin, pero la luna sigue allí, detenida en el manto zafiro del cielo, rodeada de las luciérnagas que cintilan toda la noche para iluminar su camino y avisar a los enamorados que la confidente está lista para recoger los suspiros que surcan el aire.