Para iniciar el año

Cecilia Colón H.

¿Cómo empezar bien un año? ¿Qué significan para ti esas palabras?

Seguramente tienes propósitos que quieres cumplir:

el clásico “quiero bajar de peso”; “quiero comprarme un auto”, “necesito esa pantalla que vi en la tienda…” y así podemos hacer una lista larguísima de deseos no satisfechos, no comprados, y que, a fin de cuentas:

¿realmente necesitamos? ¿Por qué mejor no te preguntas cuál de todos tus propósitos del año pasado pudiste cumplir a cabalidad y lo gozaste luego de que se acabó el año 2022?

Difícil, ¿verdad? Para empezar, a veces ni nos acordamos qué fue lo que quisimos y, para terminar, puedes hacer también una lista larguísima de cosas que no cumpliste porque… y ahí salen todos los pretextos a relucir:

Los que realmente te impidieron lograr lo que querías, los que fueron un obstáculo que al final no quisiste brincar y los que tú misma te creaste para no hacerlo porque a la mera hora, ya no fue tan importante.

Así como hace un año te propuse leer un libro, ahora te propongo leer poesía, ¿no te gusta? ¿A cuántos poetas has leído? ¿Todos han sido tan malos que te han decepcionado?…

Comencemos por el principio.

Leer poesía no es igual a leer prosa, sea novela, cuento o un artículo del periódico o de una revista.

Un poema implica una lectura tranquila, concentrada, pues el poema nos habla de emociones, de sensaciones, de lo más íntimo de cualquier ser humano, tal vez de una confesión, de un desahogo, de una felicidad o del encanto que produce la naturaleza cuando estamos junto a ella, por eso es necesario que sea una lectura calmada y sosegada…

¿Sigue sin llamarte la atención, cuando menos picarte un poco la curiosidad?

Entonces, déjame presentarte a alguien, ella es una mujer de origen yucateco, muy guapa y arreglada, nació en 1889 y murió en la Ciudad de México en 1972.

Su nombre era Rosario Sansores y te voy a cantar una canción que se llama “Cuando tú te hayas ido” y que dice así:

Cuando tú te hayas ido,
me envolverán las sombras;
cuando tú te hayas ido,
con mi dolor a solas,
evocaré este idilio
con sus azules horas.

Y en la penumbra vaga
de la pequeña alcoba,
donde una tibia tarde
me acariciaste toda,
te buscarán mis brazos,
te buscará mi boca,
y aspiraré en el aire
como un olor a rosas.

Cuando tú te hayas ido,
me envolverán las sombras.

 

Esta canción también es conocida como “Sombras”.

¿La has oído?

Hace años, ella hizo un poema y un día, un músico lo leyó, le gustó tanto que decidió ponerle música; por desgracia, mucha gente no sabe que la letra es de Rosario Sansores, pero tiene un ritmo y una cadencia muy especiales, por eso no fue tan difícil musicalizarla, esa característica comparten los verdaderos poemas.

Si me preguntas cómo conocí a esta escritora, te contaré que hace años, cuando hacía mi tesis en la Hemeroteca Nacional, leí muchos periódicos de los años 40, entre ellos El Día y allí leí un texto de ella que me gustó mucho en una columna que se llamaba “Rutas de emoción”, y mi emoción creció cuando después la encontré en el Novedades, pues El Día había desaparecido, y cuando supe quién era ella y recordé esta canción, me quedé muy sorprendida, fue como encontrarme con una vieja amiga después de muchos años.

En vida, algunos tildaron a Rosario Sansores de cursi, sin embargo, cuidado con esas lenguas viperinas, no te dejes llevar por las opiniones de
quienes no conocen la verdad, pues cuando leí los poemas de ella, encontré a una poetisa maravillosa y te comparto un poema que tiene un erotismo muy sutil, muy insinuado:

EL PLACER DE LA ESPERA

Yo prolongo la espera por el placer morboso
de azuzar los lebreles locos de tu impaciencia.
Tal vez porque en mi alma surge un poco borroso
el temor al minuto de total inconsciencia.
Por eso, alargo el tiempo. Mi sonrisa burlona
te promete hoy la dicha que te niega mañana,
mientras tu angustia entona
su tremante suspiro de posesión cercana.
Y recorre mis venas un sutil hormigueo
Y se entornan mis ojos por el sol deslumbrados,

Mientras prende el deseo

Las siete hogueras rojas de los siete pecados!

 

Para haber sido publicado en 1923 me parece que estaba un poco atrevido, quizá te preguntes por qué, fíjate bien en los primeros versos en donde ella dice que prolonga la espera de la cita para incitar más el deseo en él, en el amante que la espera impaciente.

Ella se hace esperar, muchos dirán que es una característica femenina, pero ella lo hace con la intención de enardecer más al amante, de que su deseo por tenerla a su lado crezca y cuando él la ve, ella le dedica una sonrisa burlona que le promete la dicha que pronto compartirán porque
quizás mañana no la pueda tener. La chica sabe manejar las sensaciones y las emociones del galán, no hay duda.

Los últimos cuatro versos son la culminación de la espera, del deseo encendido representado por el hormigueo de la emoción y todo esto desemboca en el final, cuando dice:

“Mientras prende el deseo, las siete hogueras rojas de los siete pecados!” No olvides que la lujuria es uno de los siete pecados capitales…

No sé tú, pero no le veo lo cursi a este poema, más bien, lo veo y lo leo con un erotismo no abierto, pero sí muy insinuado y a veces las insinuaciones pueden ser más obvias de lo que parecen, la imaginación hace el resto.

Sin embargo, aquí viene lo triste del asunto, pues conseguir libros de ella es una tarea ardua y de mucha paciencia, no se obtienen con facilidad, quizás por internet haya alguno, pero no están fechados y a veces yo desconfío un poco de quien los copió, pues luego hay alteraciones en la escritura.

Te recomiendo más visitar las librerías de viejo de tu localidad, en este aspecto, éstas son más eficaces; con un poco de suerte, podrás conseguir algún vetusto libro de ella, ¡ni pensar en uno nuevo, no se han reeditado!

Es triste aceptar que muchas poetisas se han perdido y han muerto esperando que alguien descubra lo que algún día publicaron, pues si nadie las conoce, si nadie nos habla de ellas, ¿cómo las vamos a buscar?

A veces, llegamos a ellas por alguna investigación, como fue mi caso, o la casualidad también nos lleva a ellas, pero no siempre es así.

Si te gustan las poetas que te he presentado, ¿por qué no me lo dices?

Podría compartirte mis hallazgos, mis gustos y podríamos hacer una buena mancuerna: Yo, que te presento y te leo los poemas de algunas poetas y tú, que escuchas y sueñas con las sensaciones en forma de poema.