libros para empezar

Libros para empezar

Cecilia Colón H.

Empieza un año más de este siglo XXI y te deseo felicidad y tiempo para la reflexión. A veces nos dejamos llevar por la pasión, por los sentimientos, por lo último que pasó y se nos nubla la razón, dicho en otras palabras, vemos el árbol, pero no el bosque. ¿De verdad fue tan malo? Si estás leyendo este artículo quiere decir que estás sana, por lo tanto, es un motivo más que enorme para dar gracias. ¿Tienes trabajo? Si la respuesta es afirmativa, aunque odies a tu jefe y a alguno de tus compañeros-as, alégrate, cobras cada quincena y tienes dinero para gastarlo en algo que te guste o necesites.

¿Tienes familia? Otro motivo para brindar en enero. Con la pandemia, sobre todo en estas mismas fechas, pero del año pasado, hubo familias que se desintegraron por ese motivo, si la tuya sigue completa, hay que ir a dar gracias a la Virgen de Guadalupe. Como decía mi mamá: “Estando bien, lo demás es lo de menos”.

 

Mujer En Camisa Blanca De Manga Larga Con Papel De Impresora Blanco

 

Yo te hago una propuesta de cambio para este año que inicia, ¿por qué no leer un buen texto? Es un buen propósito que puedes hacer desde ahorita o después, no necesitas esperar un momento especial, como si fuera un vestido de lujo para ponértelo en una fiesta, no, el libro lo único que espera es que lo tomes en tus manos y recorras con tu vista sus letras, sus páginas, sientas lo que te inspira, dejes volar la imaginación, que subrayes alguna frase que te guste, que rías con él o que te acongojes, en una palabra: que lo disfrutes… ¿Necesitas más para pasar una buena tarde nublada como las de enero? 

Te voy a hacer una recomendación del libro que estoy leyendo ahorita: El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Cuando adquirí el libro, no entendía el título, se me hacía hasta complicado, sin embargo, aun cuando todavía no lo termino, ya entendí el nombre y te lo explico. En la Antigüedad, pero muy en la Antigüedad, no existían los libros como los conocemos ahora, se usaban los papiros, aquellos enormes rollos que hemos visto en las películas y series que recrean esos siglos anteriores a Cristo, pues el papiro se sacaba del junco que se daba en una parte del Río Nilo, allá por Egipto, era caro, difícil y, además, por ser un material que provenía de una planta tenía la posibilidad de no durar muchos años.

Seguramente te seguirás preguntando ¿y el infinito dónde está?, pues ni más ni menos que en lo que estaba escrito en esos papiros, es decir, las crónicas que alguien escribía y que los demás leían.

Cuando entendí el título del libro, me di cuenta de que era fácil recordarlo, ya no se me complicó y entendí perfectamente la idea. Tal vez ahorita estés pensando: “¡Qué bonito, qué linda metáfora! Pero ¿y de qué trata el libro?” De libros, de la historia del libro, de la escritura y del conocimiento.

Todos hemos pensado que los libros siempre han sido así, como los conocemos, excepto los papiros de las películas, pero cuántas veces nos hemos preguntado si el acto de leer y de escribir nos es tan natural… ¿Sabías que si empiezas a escribir y dejas de practicarlo lo olvidas en un año aproximadamente? Suena increíble, ¿no?

Todos estamos tan acostumbrados a eso que pensamos que una vez que lo hacemos jamás lo olvidaremos, pues la terrible noticia es que sí puede suceder.

 

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Por otro lado, ahí te va otra pregunta: ¿Crees que siempre hemos leído como ahora, es decir, sentados o recostados y en silencio? La respuesta es no. ¿Recuerdas los papiros? Pues leerlos sentados no es práctico, si los usáramos ahorita tendríamos que estar de pie y tener al alcance todos los papiros que forman una novela, ¿de cuántos hablamos? No lo sé, tres, cinco, diez… depende de lo largo que resulte la novela; mientras ahorita tú compras un libro de 500 hojas, lo metes a tu bolsa y te lo llevas a tu casa para leerlo, en aquellos lejanos siglos no podías comprar diez papiros, meterlos a tu bolsa e irte a tu casa, ¡era muy complejo! Cuando llegué a esta parte del libro, me vi a mí misma cargando muchos rollos y me alegré de haber nacido unos siglos después.

Otro detalle lindo. Si crees que desde ese tiempo la gente leía en silencio como ahorita, también te equivocas. En primera instancia, quienes leían eran, generalmente, los que tenían posibilidades económicas, pues aprender a hacerlo era muy caro, además lo hacían en voz alta… ¿Todo en voz alta?

Sí, esto implicaba muchas acciones que, desgraciadamente, hemos perdido con el tiempo: saber escuchar en silencio y con concentración para no perder palabra de lo que se escucha; saber leer en voz alta, es decir, modular la voz, no “comerse” palabras o leerlas mal, no cambiar una letra por otra, ser entonado, hacer las pausas debidas y saber dirigir la voz para que oigan todos, desde el que está enfrente hasta el último de la final… ¿Qué tal lees en voz alta? ¿Te enseñaron en la escuela?

Desafortunadamente, hemos perdido algunas de las capacidades que te acabo de nombrar porque ya no leemos en voz alta y quienes se animan a hacerlo de primera vez lo hacen mal, se ponen nerviosos, leen rápido y ni siquiera ellos se entienden, se tropiezan con todas las palabras y todo es un desastre, nadie comprendió nada de lo que leían. Sin embargo, la buena noticia es que podemos recuperar todo lo anterior si lo trabajamos, si lo practicamos y nos damos la oportunidad de hacerlo.

 

Mujer En Vestido Blanco De Manga Larga De Pie Sobre Baldosas Blancas

 

Volviendo al libro El infinito en un junco, puedo decirte que contiene muchas cosas, historias, conocimiento que ni siquiera te imaginabas. El texto nos plantea toda la evolución del libro y la lectura, temas muy atractivos, porque eso nos muestra también la evolución intelectual del ser humano, sin embargo, lo más atrayente es la manera de contar todo esto que te he platicado en este artículo. Irene Vallejo, a pesar de toda su sapiencia, es una mujer amena y sencilla; es como si estuvieras charlando en un café con una amiga que sabe mucho y te cuenta muchas cosas interesantes a lo largo de una plática que se antoja infinita porque te llena la cabeza de ideas, de reflexiones, de conocimiento, pero con una emoción que acaba enamorándote del tema y quieres saber más.

Esa es mi propuesta para que inicies de buena forma el año… Por cierto, no he terminado de leer el libro, lo estoy disfrutando como se disfruta un buen vino: despacio y saboreándolo. ¡Feliz año nuevo!