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La verdadera historia detrás del himno nacional

Texto por Cecilia Colón.

Desde niños nos enseñaron a entonar el Himno Nacional y yo recuerdo haber escuchado que es uno de los más bellos del mundo.

 

Se decía que había quedado en segundo lugar de un concurso, sólo debajo de La Marsellesa, el Himno Nacional de Francia… Jamás supe quién organizó el famoso concurso ni quiénes habían sido los jueces, pero según el imaginario colectivo, el Himno Nacional Mexicano había salido muy bien librado.

La romántica historia que hay detrás de la letra del himno 

 

Lejos de patrioterismos, es cierto que el poema que lo forma está pleno de un sentimiento nacionalista que ensalza la memoria de quienes lograron hacer un México independiente y sentaron las bases para formar el país que ahora tenemos, además, es una invitación a defenderlo contra quien intente dañarlo, sea mexicano o extranjero. Si escuchamos el poema sin la música de Jaime Nunó, de suyo ya tiene una musicalidad muy rítmica, muy del siglo XIX. Siglo muy importante porque fue cuando surgieron los símbolos patrios: la Bandera y nuestro Himno Nacional.

Pero quizá no conozcas la romántica historia que hay detrás de la letra del himno y que forma parte de un entorno de romanticismo muy de la
época y te lo voy a compartir.

En 1853 Miguel Lerdo de Tejada, a la sazón presidente de México, convocó a un concurso para darle a este naciente país un Himno Nacional.

Dicho concurso lo vio un joven poeta potosino llamado Francisco González Bocanegra (1824-1861), quien ya había publicado algunos poemas, ya era un poeta conocido.

Cuenta la historia que en esos momentos, Francisco González Bocanegra era novio de Guadalupe González del Pino, una joven a quien adoraba y a quién llamó en sus poemas “Elisa”. Esta joven que poco después se convertiría en su esposa, lo instó a participar en el concurso sin lograr convencerlo del todo. Quizá debido a un pudor natural entre los poetas jóvenes, quizá porque no creía tener el talento poético para escribir un himno que representara al país, el caso es que él no se animaba. Ya había habido intentos anteriores de escribir un Himno Nacional, pero habían sido infructuosos, pues no gustaban y no les decían mucho a los mexicanos que habían tenido la suerte de escucharlos, no se veían representados
en ellos.

Tanto el poeta como su novia eran primos en tercer grado, razón por la que ella entraba y salía de la casa de él con cierta confianza; recordemos que en aquel siglo XIX no era bien visto que una señorita anduviera metida en la casa del novio.

Sabedora Guadalupe de la valía de Francisco como poeta decidió darle un “empujoncito” para animarlo a entrar al concurso y ganarlo.

Se cuenta que ella llegó un día a la casa de González Bocanegra, lo llevó hasta una pieza, quizá la más alejada de la casa, en ésta había hojas de papel, pluma y tinta, la joven salió del cuarto y con engaños dejó encerrado a Francisco bajo llave. A pesar de que él le pidió salir, pues tenía encargos qué cumplir, ella no cedió: “Saldrás sólo si me entregas la letra del himno”. En vano fueron las peticiones, las súplicas y los argumentos; la joven Guadalupe estaba decidida y el poeta no tuvo otro camino que implorar a las musas un poco de la inspiración
necesaria para escribir el poema.

Unas horas después, Francisco pasó por debajo de la puerta las hojas que contenían las estrofas y el estribillo que formaban el himno. Guadalupe las leyó y abrió la puerta con una triunfante sonrisa y, seguramente, el primer premio que el poeta recibió allí mismo fue el beso que ella le regaló.

La primera edición impresa

 

El poema entró al concurso y ganó el primer lugar. Después vino el concurso de la música que ganó Jaime Nunó, compositor y maestro de música
español que tenía poco de haberse mudado a México.

La primera edición impresa de nuestro himno se realizó ya en 1854 y se cantó en público por primera vez el 15 de septiembre de 1854 en el teatro más importante de aquel momento: el Teatro Santa Anna.

Para completar la historia, te diré que ni a Francisco González Bocanegra ni a Jaime Nunó les dieron ningún premio en efectivo, no había dinero en el erario, así que lo único que recibieron fue la fama que hasta la fecha tienen por haber sido los autores de nuestro Himno Nacional Mexicano.
Y sirva de remate conocer el final de la historia de amor.

Poco después del concurso, el 8 de junio de 1854, la señorita Guadalupe González del Pino contrajo nupcias con Francisco González Bocanegra, formaron un matrimonio que duró casi 7 años y terminó cuando murió el poeta en 1861. Guadalupe le sobrevivió 31 años más, murió en 1892. De las cuatro hijas que tuvieron sólo una casó y tuvo descendencia.

Guadalupe González del Pino Villalpando y Francisco González Bocanegra y
Himno Nacional Mexicano

Aunque el apellido González Bocanegra se perdió, aún viven los descendientes del poeta, pero su memoria es recordada por el pueblo mexicano
cada vez que alguien canta nuestro hermoso Himno Nacional.